Un saludo a toda la
gente bonita que visita este blog... y también los feos. La semana pasada vimos
la etapa de Ed Brubaker en Uncanny X-Men en 2006, donde un grupo fue al espacio
a perseguir al villano Vulcan, dando inicio a una serie de eventos que
concluirían con el crossover War of Kings. Mientras tanto, en Astonishing X-Men
corrían las aventuras del equipo central de mutantes, con los héroes más
representativos como Cíclope, Bestia y Wolverine. Eso dejaba pendiente el
título X-Men, ahora con guiones de Mike Carey -que venía de una etapa bien recibida
por la crítica en Ultimate Fantastic Four- y arte de Chris Bachalo, que muy a
su estilo rediseñó los personajes centrales, pero pronto compartiría labores
con el mequetrefe Humberto Ramos (y un ejemplar de Clayton Henry). Como suele
ocurrir con cada relanzamiento de la línea mutante, buscaban que fuera el punto
de partida para nuevos lectores y esto nos trajo una nueva alineación: los
rudos. Todo comenzó en el ejemplar 188, la saga Supernovas, donde unos nuevos
rivales, los Children of the Vault, aseguraban ser la nueva especie superior,
encima de los mutis y, por lo pronto, habían logrado infundir temor en
Sabretooth, que una vez más llegó a pedir ayuda a sus archienemigos y, nada
raro, lo recibieron y terminó siendo parte del nuevo grupo, que incluiría otra
villana, Mystique (quizá recuerden había sido aceptada por los Hombres X poco
tiempo antes, pero huyó cuando lo iban a hacerlo oficial), el resto de la
alineación se completó con héroes reconocidos y otros que necesitaban probar su
lealtad: Iceman, Cable, Cannonball, Lady Mastermind y Omega Sentinel. Para
liderar, Ciclope confió en Rogue, que saben tiene su propio historial cambiando
de bando (no es sexual) y con interés personal en Mystique (de nuevo, no es
sexual... por desgracia).
Reunir un grupo de mutantes antes malvados o
violentos y hacerlos atender crisis que los demás héroes no pueden o se atreven
a enfrentar, no era una idea nueva y a la fecha se sigue reusando -tomen el
número más reciente de Uncanny X-Men para comprobarlo-, pero he repetido muchas
veces que no se trata sólo de crear conceptos nuevos sino saberlos desarrollar
y Carey no lo hizo mal, tuvo críticas decentes, pero este equipo no iba a
durar. No sé si desde un inicio el autor sabía a dónde se dirigían las líneas
editoriales o tuvo que improvisar, pero poco después de un año y tres arcos
argumentales (más un anual), vino el X-Over Messiah Complex, revelando que
Mystique siempre fue agente doble... qué raro. También Lady Mastermind y Omega Sentinel fueron traidoras, aunque esta última por control mental, mientras Cable primero fue dado
por muerto, para después tomar una actitud que lo enfrentaba a buenos y malos
por igual; esto, sumado a la muerte de Sabretooth en el cómic de Wolverine,
dejaba el equipo en pedazos, pero no importaba. Carey siguió como escritor, el
título cambió a X-Men: Legacy y siguió una nueva ruta, enfocándose en cerrar
las subtramas creadas con los actos egoístas de Charles Xavier, pero esa es
otra historia. Casi sin darnos cuenta, este guionista estuvo al frente de la
serie por 5 años y si consideramos lo largo del plazo y que vino precedido de
las etapas espantosas de Chuck Austen y Peter Milligan, podemos considerarlo un
buen trabajo. Al igual que con Uncanny, en México esta etapa de X-men se
publicó a partir de Messiah Complex, los primeros números debieron salir en ese
omnibus que nunca vio la luz, pero se puede conseguir el recopilado gabacho.
Eso es todo por hoy pero el próximo lunes... ¡La Semana Sexual!
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