Se acerca el fin del mundo... no, era del año

ESTE SÍ ES UN PAÍS CON TRADICIÓN MONERA.

Saludos, gente. Continuemos viendo más personajes del cómic mexicano de mediados del siglo pasado. Merece un gran reconocimiento el caricaturista Eduardo del Río, Rius, que mediante sus emblemáticas series Los Supermachos y Los Agachados realizó la que es hasta la fecha la crítica social y política más cojonuda de la historia del cómic nacional. La cosa no fue fácil porque los editores tenían miedo de las consecuencias que podrían traer sus duras observaciones al gobierno y no es para menos, pues cuenta la leyenda que en alguna ocasión llegó un grupo de trajeados, subieron a Rius a un auto y se lo llevaron a dar una vuelta mientras le decían que era muy chistosito y no les gustaría que ese ingenio se perdiera por hablar de más... salaverga. Rius no era un gran dibujante pero supo construirse un estilo agradable y chistoso, por desgracia el cómic terminó cerrándole las puertas (ni el tiene ya los ánimos para hacer una serie continuada) por lo que volcó su talento a los libros que son también auténticas joyas.

Otros personajes emblemáticos del cómic mexicano son:

-Alma Grande: un indio yaqui creado por José Suárez en 1961 y cuyas aventuras en tono de western fueron adaptadas a la pantalla grande con bastante éxito.

-Kalimán: surgido en las radionovelas para después saltar al cómic e incluso al cine, es un auténtico superhéroe mexicano con poderes obtenidos en base a su entrenamiento y fuerza de voluntad; tuvo muchas reediciones, incluso en los años ochenta seguía saliendo y ha tenido varios intentos de sacar series nuevas pero no han prosperado.

-El Santo: el famoso luchador mexicano tuvo su adaptación al cómic, incluso es ahí donde surge su apodo del enmascarado de plata, porque en realidad el usaba una máscara blanca y después del cómic mandó que le diseñaran una plateada; por desgracia, después de un tiempo el Santo terminó insatisfecho con el acuerdo económico que tenía con la editorial y la cosa acabó en demanda.

Mención aparte merece Gabriel Vargas, considerado el mejor historietista que ha dado México y que ya realizaba cartones para el periódico antes de cumplir la mayoría de edad. Tenía un estilo sencillo y limpio, pero sorprendentemente cargado de detalles, el cual explotó al máximo dentro de la historieta Paquito, donde creó La Familia Burrón, posiblemente laobra más importante del cómic nacional.

Un cómic divertido, realista y entrañable, tiene además el mérito de tener una protagonista femenina, Doña Borola, matriarca de la familia que no se deja de nadie y es capaz de cualquier cosa. La Familia Burrón no sólo sobrevivió a la caída de Paquito sino que continúo por muchas décadas y aún en los años más difíciles del cómic mexicano vendía hasta medio millón de ejemplares. El mayor enemigo de esta serie fue el tiempo, porque llegó el momento en que Gabriel Vargás ya no podía dibujar y dejó la tarea a unos sobrinos suyos que no tenían ni la mitad de su talento. Todavía a principios de este siglo seguían saliendo los Burrón, pero como saben recientemente murió Gabriel Vargas y desde entonces ya no he visto el cómic. Se pueden conseguir todos los primeros números mediante recopilados.

Y a finales de los cincuenta también aparece el llamado formato libro, más conocido entre nosotros los lectores como los sensacionales (ya saben de cual hablo, los tamaño Libro Vaquero), su medida es de alrededor de 14x20 cm y al menos 32 páginas. Fueron popularizados por Novedades Editores que durante un tiempo tuvo a los más representativos del género: EL libro Vaquero, El Libro Sentimental y el Libro Policiaco.

Un teórico del cómic mexicano (la verdad no recuerdo su nombre) dice que la calidad del cómic mexicano fue bajando de la mano con la reducción de su tamaño, sin embargo los primeros sensacionales no eran malos, caían en clichés e insinuaciones sexuales pero en general su nivel artístico los rescataba; como ahora sabemos con el tiempo lo común fueron los contenidos descaradamente porno. También en años recientes han salido fotonovelas eróticas en esa medida.

Volviendo a los cómics tamaño regular, teníamos a Fantomas, la amenaza elegante, basado en un personaje literario es un ladrón francés de alta escuela que está más movido por la aventura que por el crimen en sí. Y tiene buen corazón porque comparte lo robado con los jodidones.

El Pantera, un aventurero del arrabal que tenía como característica ser mujeriego, alegre y despreocupado; como deben saber fue adaptado a una serie televisiva que no se parece en nada al cómic.

La Bestia Roja era un tipo que al estilo del fantasma de la Ópera (o de Dos Caras) había quedado desfigurado de la mitad de su rostro pero eso no le impedía hacer el bien a los desprotegidos.

Ya en los setenta se publicaba Las Aventuras de Capulina, una versión caricaturesca del cómico Gaspar Enaine que era medianamente chistoso aunque un poco soso (como el verdadero Capulina pues); este también marcó pauta en el cómic nacional, porque originalmente se publicaba en tamaño carta, pero después se convirtió en Las Aventuras de Capulinita y su nuevo formato era uno denominado mini (7.8 x 9.3 cm y con 128 páginas).

Capulinita era publicado por Editormex y después de su éxito (duró más de 500 números) sacaron otras series en tamaño mini, como Tío Porfirio, Zor y los Invencibles y La Dulce Vida (que era sólo una colección de chistes rápidos y picantes), todas ellas seguían saliendo aún en los ochenta. Esa misma editorial sacó otras series en tamaño cuadernillo (es decir, media carta, como el Batman que publicaba Vid), entre las que destacaron Cárcel de Mujeres (basada en hechos reales narrados por internas) y El Transas, un holgazán que buscaba el modo de ganarse la vida sin trabajar.

Pero sin duda el producto más exitoso de Editormex fue Hermelinda Linda (originalmente llamada Brujerías), creada por Óscar González Guerrero y que buscaba ser la respuesta al cómic de terror gringo. Hermelinda era una horrenda bruja que resolvía los problemas de la gente humilde a cambio de una pequeña comisión. El diseño de personajes era grotesco y cargado de humor negro y sexual, pero fue increíblemente popular lo que incluso la llevó a ser adaptada en dos películas protagonizadas por Chachita. Ese cómic tuvo una revista hermana, Las Andanzas de Aniceto, el brujo de la Bondojo.

Por último mencionar a Chanoc, el aventurero que acompañado por su abuelo Tzekub vivía increibles aventuras en los lugares más recónditos del país, aunque con el tiempo se enfocaron más en los disparates del abuelo y Chanoc participaba cada vez menos. Chanoc fue adaptado a una serie de películas con mucho éxito, protagonizadas por Andrés García y Tintán.

Los setenta eran una gran época para ser lector de cómic en México, porque además de las muchas creaciones mexicanas, editoriales como La Prensa y Novaro traían gran parte de lo editado por Marvel y DC comics, pero esto no duró.

La siempre presente crisis económica del país aumentó sobremanera el costo del papel, lo que obligó a cerrar a muchas de las editoriales pequeñas mientras las grandes reducían su cantidad de material; a esto hay que sumar el creciente aumento de popularidad de la televisión. La más beneficiada de este desastre fue Editorial Vid que adquirió licencia sobre productos nacionales y extranjeros lo que la llevó a jugar un papel determinante en los ochenta, pero eso ya lo veremos en un futuro post, porque la próxima semana regresamos con el cómic gringo.

No olviden leer este viernes el gran final del Polo Challenge que no hay mejor modo de despedir el año que con una sarta de incoherencias. Y para despedirme unos culos de fin de año. Adiós.